El mecenazgo musical fue utilizado por numerosos aristócratas como estrategia para la construcción de su imagen, como propaganda política y como herramienta diplomática. Muchos de ellos fueron nobles de muy diversa proveniencia activos en ciudades como Roma y Nápoles, centros a su vez fundamentales para la historia de la cultura musical europea en un período clave, entre el declinar del barroco y el auge de las Luces. Es bien sabido que el mecenazgo artístico de los diplomáticos españoles tuvo gran repercusión a la postre en la corte madrileña: lo mismo ocurrió con la música. Si hasta ahora la circulación de música y músicos ha predominado en el estudio de la modernización de la música en España, este libro propone desplazar el foco hacia los mecenas que conocieron in situ las novedades italianas. Así se narra la trayectoria de un poderoso político caracterizado por su peculiar gusto musical. En Roma como embajador, protegió, entre otros, a Arcangelo Corelli. En Nápoles produjo numerosas óperas con música de Alessandro Scarlatti. Y, por último, en Madrid siguió recibiendo las novedades musicales italianas. Luis de la Cerda y Aragón, IX duque de Medinaceli (1660-1711) encarna así el más acabado modelo de alta cultura nobiliaria en la Monarquía hispánica.