Miguel de Cervantes reacciona con particular sensibilidad a los
cambios y las rupturas de su tiempo y aprovecha el potencial de
modernización que conllevan estos cambios. El centro de su obra
novelesca lo ocupan la construcción y representación de mundos
sociales. La mediación de intereses divergentes a través de la
comunicación, el juego y la empatía son para el gran narrador
del Siglo de Oro los mecanismos cruciales que permiten
solucionar conflictos y orientarse en esa época que le tocó vivir,
tan dinámica como contradictoria.