La figura de Gonzalo Argote de Molina ha sido abordada en trabajos parciales que analizan solo una faceta del intelectual (genealogista, coleccionista, teórico de la poesía, etc.). En este libro se atiende a su papel como editor, una labor hasta ahora relegada por la crítica y de especial interés para conocer la transmisión de la cultura medieval dentro y fuera de España. Las tres obras que rescató de la tradición manuscrita, El conde Lucanor (1575), la Embajada a Tamorlán y el Libro de la montería (1582), vieron la luz acompañadas de interesantes materiales complementarios con los que el humanista sevillano trataba de contextualizarlas y acercarlas a un nuevo lector. Todo ello es objeto de un detenido análisis así como el trasfondo sociocultural sevillano que las alimenta.